Cap 5: Furgoneta, pistas y sospechas.

Esa mañana no fue distinta a cualquier otra. En la tarde de ayer, durante la sesión de entrenamiento con mi hermano, me hice un corte en la palma de mi mano con una daga. Justo en mi marca de hechicero. No me molesté tanto con él, generalmente tengo que usar guantes para cubrirla (Forks es el único lugar donde puedo usar guantes todos los días sin que sea raro), pero esta vez usaba un vendaje que me cubría toda la palma y parte del brazo.

Hoy habría sido el día perfecto para usar los guantes. Típico, ahora que tenía la solución perfecta para no usarlos y al mismo tiempo no tener que exponer la marca, nevaba. Debí haberlo sospechado, en Forks el clima era frío y más frío... Al igual que Edward.

Venía pensando en él cuando entré con la camioneta al estacionamiento de la escuela. Rae había estado cantando una canción en la radio mientras yo intentaba no resbalar con el hielo del pavimento. Me bajé y fui a recoger mi bolso, que estaba en la parte de atrás, cuando tuve una visión. Era distorsionada, solo podía ver un objeto grande en movimiento. Era de un color oscuro e iba muy rápido. Pero en ese momento mi hermano me interrumpió.

Rae: Creo que tomaste mi libro de matemática por error
Yo: Puede ser... Aunque no pasaría si no dejaras un desastre en la cocina.
Esa mañana nos habíamos retrasado quince minutos solo porque Rae había hecho un desastre volcando todo lo que había en el interior de su mochila sobre la mesa de la cocina.
Rae: Me ayuda a organizarme.
Yo: Si, eso funcionó muy bien hoy.
Rae: Antes tenías una visión ¿No? Lo siento, no quería interrumpirla. ¿De qué era?
Yo: No lo sé, era borrosa.
Rae: ¿No la puedes recuperar?
Yo: Sabes que no. A veces me pregunto si habrá videntes que puedan "recuperar" sus visiones después de que las tienen.
Rae: Estoy seguro de que solo necesitas averiguar cómo hacerlo. La tecnopatía tampoco es una ciencia exacta.
Yo: Pero es más fácil ocultar ese don. Aquí tienes tu libro.
Rae: Gracias... ¡Oh! Ahí está Natasha, me voy.

Nunca había visto a mi hermano correr tan rápido hacia el salón de clases. Me quedé viéndolo un rato. Rae siempre era el que tenía más amigos, él era el "sol" de ambos, alegre y cálido; y yo la luna, fría y aburrida.

Me disponía a ir a mi propio salón, cuando me di cuenta de que Edward estaba al otro lado del estacionamiento con su Volvo plateado y su hermana Alice, mirándome. ¿Hace cuánto tiempo me había estado observando? Su rostro no reflejaba el odio que había antes, pero tampoco la amabilidad de ayer. No cambió cuando se dio cuenta de que lo había atrapado mirándome. Y tan solo segundos después, su expresión cambió por completo. Sus ojos, aún dorados, expresaron el mayor terror que he visto en él. Alice también parecía conmocionada. Miré al frente y lo entendí todo.

Tyler, en su camioneta, venía directo hacia mí. Reconocí la camioneta de Tyler como el objeto borroso de mi visión. Quería quitarme lo más rápido que pudiera, pero resbalé con el hielo y caí de rodillas. En una fracción de segundo calculé que no me daría tiempo de alejarme. Aún no dominaba los campos de fuerza, pero recordaba vagamente una clase del señor Vertier, donde había explicado el hechizo pegamento. Extendí mi mano y brotaron las chispas del hechizo, pero apunté mal al principio. Le dieron a la parte de abajo de la camioneta, no a los neumáticos como lo tenía planeado. Volví a intentar, lo logré... Pero no era suficiente. Estaba asustada y eso descontrolaba mi magia. Los neumáticos no se pegaban bien al piso porque, debido a mi propia magia descontrolada, había creado otra capa de hielo debajo de mi, haciéndolo más resbaladizo. No sabía qué hacer, iba a aplastarme. Era mi fin.

Sentí una presión en el costado del cuerpo que me empujó al piso. Mi cabeza golpeó el hielo (mi hielo), pero no logró atontarme por completo. Vi a Edward que se arrodillaba frente a mi, mirando a la camioneta. ¿Cómo había llegado hasta mi tan rápido? Escuché la camioneta, detrás de nosotros, chirriar mientras daba la vuelta alrededor de si mismo y venir hacia nosotros, otra vez. Lo escuché maldecir una vez y de un empujón me llevó hacia atrás. Extendió sus manos al frente y la camioneta impactó contra ellas. Lo empujó hacia atrás y su espalda chocó contra la carrocería de mi camioneta, haciendo que se doblara sobre la forma de su cuerpo. Tardé un tiempo en comprender que él no estaba herido, había dejado las marcas de sus manos sobre la camioneta de Tyler, y él no parecía siquiera cansado. Ni un solo rasguño.

La camioneta de Tyler se volcó y se tambaleó en los neumáticos derechos. Iba a caer sobre mis piernas. Estuve lejos del objetivo de la camioneta tan rápido como entendí que lo estaba. Edward me había salvado otra vez. La camioneta chocó contra el pavimento sobre sus cuatro ruedas, estábamos fuera de peligro.

Nos quedamos viéndonos el uno al otro totalmente sorprendidos, ignorando el alboroto de voces y miradas de los demás estudiantes que habían sido testigos de la tragedia. Yo por la fuerza y velocidad que había descubierto que él poseía y él probablemente porque me había visto hacer el hechizo. Iba a tener muchos problemas por esto. ¿También había visto la capa de hielo extendiéndose debajo de mi? ¿Aún se extendía? No tenía noción de muchas cosas a mi alrededor. Sentía la frialdad del cuerpo de Edward cerca de mi. Intenté levantarme, pero él me mantuvo en el piso.

Edward: ¿Estás bien, Bella?
Yo: Estoy bien.
Edward: No te levantes aún, creo que te golpeaste muy duro la cabeza.
Tenía razón, pude sentir un pequeño dolor cuando intenté levantarme otra vez. Hice una mueca de dolor.
Edward: Tal y como lo sospechaba...
Yo: ¿Cómo rayos llegaste aquí tan rápido?
Edward: Yo también podría hacerte varias preguntas.
Yo: No me cambies el tema.
Maldición... Me ha visto hacer el hechizo.
Edward: Estaba a tu lado, Bella.
Yo: No...

No tuve tiempo de terminar la oración. Unas manos me sacaron de donde estaba y me llevaron hasta un vehículo más grande y blanco. Claro, había olvidado la existencia de las ambulancias. Edward no paró de decirle a los paramédicos que yo tenía una contusión. En el hospital me enteré de que Tyler estaba mucho peor que yo y no solo porque se sentía culpable y no dejaba de disculparse. Él no vio a Edward a mi lado antes del accidente, lo que significa que él me mintió. O tal vez era solo su coartada, estaba claro que no quería que dijera algo, así que me dediqué a decir la misma historia: que él estaba a mi lado y que me había empujado para salvarme. Así al menos los demás se ocuparían en pensar si realmente había estado a mi lado en vez de lo que alguno haya podido ver sobre mi magia. Estaba hartándome de Tyler, puse mi mano sobre mi rostro, pretendiendo dormir. Pasó un largo rato hasta que oí otra voz.

Edward: ¿Estará durmiendo?
Abrí los ojos de golpe. Él estaba sentado en la camilla de Tyler, junto a la mía. Sonrió ante mi sorpresa. Él no parecía herido en lo absoluto, estaba igual de radiante, ni siquiera se había despeinado.
Tyler: Edward... Lo siento mucho...
Pero Tyler no terminó de disculparse porque Edward levantó un dedo para callarlo.
Edward: No hay culpa sin sangre. ¿Cuál es el diagnóstico?
Yo: Estoy bien, pero no me dejan irme.
Me distraje momentáneamente cuando una persona entró por la puerta, haciendo que se golpeara contra la pared. Era un hombre alto, rubio y perfecto. El hijo perdido del dios Zeus. Llevaba bata de doctor, debía ser el Dr. Cullen, el padre adoptivo de Edward.
Dr. Cullen: ¿Cómo se encuentra, señorita Swan?
Los mismos ojos dorados (aunque llenos de compasión y tranquilidad), la misma piel pálida, la misma belleza sobrehumana...
Yo: Estoy bien.
Dr. Cullen: ¿No le duele la cabeza? Edward me dijo que se dio un buen golpe.
Si, por su culpa. Fulminé a Edward con la mirada.
Yo: Estoy bien. Solo quiero irme.
Él empezó a inspeccionar mi cabeza, buscando moretones o alguna hinchazón. Su piel era igual de gélida que la de Edward. Hice una mueca de dolor cuando apretó sobre el lado en que me había golpeado.
Dr. Cullen: ¿Le duele?
Yo: No mucho.
Dr. Cullen: Bien, su padre y su hermano están afuera, en la sala de espera. Puede irse a casa ahora pero debe volver si muestra mareos o algún otro malestar. En cuanto a usted, joven Tyler, temo que tendrá que quedarse aquí por más tiempo.

Me apresuré a salir de la habitación, mi hermano estaría preocupado sin duda. Como si lo huiera invocado, él apareció.

Rae: ¡Bella! ¿Estás bien?
Yo: Si, tranquilo. ¿Dónde está Charlie?
Rae: En la cafetería, creo que deberíamos prohibirle el café. Por cierto, usé el hechizo para borrar la memoria en los testigos que estuvieron más cerca al accidente, solo por si acaso alguien te hubiera visto hacer el hechizo.
Yo: Ah, gracias... Espera, ¿estabas ahí?
Rae: En las escaleras, lo vi desde la ventana. Creo que iré a decirle a Natasha que estás bien, ella también estaba preocupada por ti.
Yo: Ah, claro...

Natasha otra vez, esto era sospechoso. Iba a seguirlo cuando recordé que alguien me debía explicaciones. Esperé afuera de la habitación hasta que Edward salió.

Yo: ¿Puedo hablar contigo un momento?
Edward: ¿Qué quieres?
Así que otra vez la actitud ruda...
Yo: Me debes una explicación, ¿cómo llegaste hasta mi tan rápido?
Edward: Te salvé la vida, no te debo nada.
Yo: Estabas junto a tu auto cuando...
Edward: Bella, te golpeaste la cabeza muy fuerte. No sabes lo que dices, estás confundida.
Yo: No me pasa nada en la cabeza.
Edward: ¿Qué quieres de mi?
Yo: La verdad, quiero saber por qué miento por ti.
Edward: ¿Qué crees que pasó?
Yo: Tyler no te vio a mi lado, tu no estabas ahí, estabas junto a tu auto. Apareciste a mi lado y dejaste tus manos marcadas en una abolladura sobre la camioneta de él. Y saliste totalmente ileso.
Edward: ¿Crees que detuve la camioneta con las manos? Eso no es posible... E igual, nadie va a creerte.
Yo: No se lo iba a decir a nadie.
¿Era ese su miedo?
Edward: Por cierto, ¿qué fue eso que hiciste?
Oh, oh...
Yo: ¿Qué cosa?
Edward: Los polvos que salían de tu mano.
Yo: No se de qué me hablas.
Edward: ¡Ay, por favor! No te hagas la boba. Hasta congelaste más el piso.
Yo: Mira quien habla de hacerse el bobo.
Edward: Ese hielo lo creaste tu.
Yo: Eso es imposible, el pavimento ya estaba cubierto de hielo, ¿No lo notaste?
Edward:  No, no había tanto antes. Tu lo empeoraste.
Yo: Estás diciendo locuras.
Edward: Tu también.
Yo: ¿Así que no me dirás la verdad?
Edward: ¿Acaso tu me la estás diciendo?
Yo: Yo no te debo una explicación.
Edward: ¿No puedes solo darme las gracias?
Yo: Gracias.
Edward: No lo dejaras pasar, ¿cierto?
Yo: Por ningún motivo.
Edward: En ese caso, espero que disfrutes la decepción.

No volví a la escuela ese día, me fui a casa y estuve todo el día en la cama. Efectivamente Charlie había hecho un alboroto, pero después se había calmado un poco. Había terminado por quitarle su licencia a Tyler, supongo que es justo. Edward Cullen era un gran enigma para resolver. Solo sabía algunas cosas sobre él, como que sus ojos cambian de color, es demasiado rápido, tiene una fuerza sobrenatural, no come ni bebe nada en el almuerzo y su piel es muy pálida y helada. No existía una criatura así en el RM. No debía ser de allá. ¿Sabría Rae algo de esto? No estaba segura de si él había visto a Edward detener la camioneta. ¿Habría criaturas sobrenaturales en esta dimensión? Si es así... ¿Qué era él? Ahora más que nunca estaba dispuesta a descubrirlo. Porque algo era seguro: Edward Cullen no es humano.

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