Cap 5: Furgoneta, pistas y sospechas.

Esa mañana no fue distinta a cualquier otra. En la tarde de ayer, durante la sesión de entrenamiento con mi hermano, me hice un corte en la palma de mi mano con una daga. Justo en mi marca de hechicero. No me molesté tanto con él, generalmente tengo que usar guantes para cubrirla (Forks es el único lugar donde puedo usar guantes todos los días sin que sea raro), pero esta vez usaba un vendaje que me cubría toda la palma y parte del brazo.

Hoy habría sido el día perfecto para usar los guantes. Típico, ahora que tenía la solución perfecta para no usarlos y al mismo tiempo no tener que exponer la marca, nevaba. Debí haberlo sospechado, en Forks el clima era frío y más frío... Al igual que Edward.

Venía pensando en él cuando entré con la camioneta al estacionamiento de la escuela. Rae había estado cantando una canción en la radio mientras yo intentaba no resbalar con el hielo del pavimento. Me bajé y fui a recoger mi bolso, que estaba en la parte de atrás, cuando tuve una visión. Era distorsionada, solo podía ver un objeto grande en movimiento. Era de un color oscuro e iba muy rápido. Pero en ese momento mi hermano me interrumpió.

Rae: Creo que tomaste mi libro de matemática por error
Yo: Puede ser... Aunque no pasaría si no dejaras un desastre en la cocina.
Esa mañana nos habíamos retrasado quince minutos solo porque Rae había hecho un desastre volcando todo lo que había en el interior de su mochila sobre la mesa de la cocina.
Rae: Me ayuda a organizarme.
Yo: Si, eso funcionó muy bien hoy.
Rae: Antes tenías una visión ¿No? Lo siento, no quería interrumpirla. ¿De qué era?
Yo: No lo sé, era borrosa.
Rae: ¿No la puedes recuperar?
Yo: Sabes que no. A veces me pregunto si habrá videntes que puedan "recuperar" sus visiones después de que las tienen.
Rae: Estoy seguro de que solo necesitas averiguar cómo hacerlo. La tecnopatía tampoco es una ciencia exacta.
Yo: Pero es más fácil ocultar ese don. Aquí tienes tu libro.
Rae: Gracias... ¡Oh! Ahí está Natasha, me voy.

Nunca había visto a mi hermano correr tan rápido hacia el salón de clases. Me quedé viéndolo un rato. Rae siempre era el que tenía más amigos, él era el "sol" de ambos, alegre y cálido; y yo la luna, fría y aburrida.

Me disponía a ir a mi propio salón, cuando me di cuenta de que Edward estaba al otro lado del estacionamiento con su Volvo plateado y su hermana Alice, mirándome. ¿Hace cuánto tiempo me había estado observando? Su rostro no reflejaba el odio que había antes, pero tampoco la amabilidad de ayer. No cambió cuando se dio cuenta de que lo había atrapado mirándome. Y tan solo segundos después, su expresión cambió por completo. Sus ojos, aún dorados, expresaron el mayor terror que he visto en él. Alice también parecía conmocionada. Miré al frente y lo entendí todo.

Tyler, en su camioneta, venía directo hacia mí. Reconocí la camioneta de Tyler como el objeto borroso de mi visión. Quería quitarme lo más rápido que pudiera, pero resbalé con el hielo y caí de rodillas. En una fracción de segundo calculé que no me daría tiempo de alejarme. Aún no dominaba los campos de fuerza, pero recordaba vagamente una clase del señor Vertier, donde había explicado el hechizo pegamento. Extendí mi mano y brotaron las chispas del hechizo, pero apunté mal al principio. Le dieron a la parte de abajo de la camioneta, no a los neumáticos como lo tenía planeado. Volví a intentar, lo logré... Pero no era suficiente. Estaba asustada y eso descontrolaba mi magia. Los neumáticos no se pegaban bien al piso porque, debido a mi propia magia descontrolada, había creado otra capa de hielo debajo de mi, haciéndolo más resbaladizo. No sabía qué hacer, iba a aplastarme. Era mi fin.

Sentí una presión en el costado del cuerpo que me empujó al piso. Mi cabeza golpeó el hielo (mi hielo), pero no logró atontarme por completo. Vi a Edward que se arrodillaba frente a mi, mirando a la camioneta. ¿Cómo había llegado hasta mi tan rápido? Escuché la camioneta, detrás de nosotros, chirriar mientras daba la vuelta alrededor de si mismo y venir hacia nosotros, otra vez. Lo escuché maldecir una vez y de un empujón me llevó hacia atrás. Extendió sus manos al frente y la camioneta impactó contra ellas. Lo empujó hacia atrás y su espalda chocó contra la carrocería de mi camioneta, haciendo que se doblara sobre la forma de su cuerpo. Tardé un tiempo en comprender que él no estaba herido, había dejado las marcas de sus manos sobre la camioneta de Tyler, y él no parecía siquiera cansado. Ni un solo rasguño.

La camioneta de Tyler se volcó y se tambaleó en los neumáticos derechos. Iba a caer sobre mis piernas. Estuve lejos del objetivo de la camioneta tan rápido como entendí que lo estaba. Edward me había salvado otra vez. La camioneta chocó contra el pavimento sobre sus cuatro ruedas, estábamos fuera de peligro.

Nos quedamos viéndonos el uno al otro totalmente sorprendidos, ignorando el alboroto de voces y miradas de los demás estudiantes que habían sido testigos de la tragedia. Yo por la fuerza y velocidad que había descubierto que él poseía y él probablemente porque me había visto hacer el hechizo. Iba a tener muchos problemas por esto. ¿También había visto la capa de hielo extendiéndose debajo de mi? ¿Aún se extendía? No tenía noción de muchas cosas a mi alrededor. Sentía la frialdad del cuerpo de Edward cerca de mi. Intenté levantarme, pero él me mantuvo en el piso.

Edward: ¿Estás bien, Bella?
Yo: Estoy bien.
Edward: No te levantes aún, creo que te golpeaste muy duro la cabeza.
Tenía razón, pude sentir un pequeño dolor cuando intenté levantarme otra vez. Hice una mueca de dolor.
Edward: Tal y como lo sospechaba...
Yo: ¿Cómo rayos llegaste aquí tan rápido?
Edward: Yo también podría hacerte varias preguntas.
Yo: No me cambies el tema.
Maldición... Me ha visto hacer el hechizo.
Edward: Estaba a tu lado, Bella.
Yo: No...

No tuve tiempo de terminar la oración. Unas manos me sacaron de donde estaba y me llevaron hasta un vehículo más grande y blanco. Claro, había olvidado la existencia de las ambulancias. Edward no paró de decirle a los paramédicos que yo tenía una contusión. En el hospital me enteré de que Tyler estaba mucho peor que yo y no solo porque se sentía culpable y no dejaba de disculparse. Él no vio a Edward a mi lado antes del accidente, lo que significa que él me mintió. O tal vez era solo su coartada, estaba claro que no quería que dijera algo, así que me dediqué a decir la misma historia: que él estaba a mi lado y que me había empujado para salvarme. Así al menos los demás se ocuparían en pensar si realmente había estado a mi lado en vez de lo que alguno haya podido ver sobre mi magia. Estaba hartándome de Tyler, puse mi mano sobre mi rostro, pretendiendo dormir. Pasó un largo rato hasta que oí otra voz.

Edward: ¿Estará durmiendo?
Abrí los ojos de golpe. Él estaba sentado en la camilla de Tyler, junto a la mía. Sonrió ante mi sorpresa. Él no parecía herido en lo absoluto, estaba igual de radiante, ni siquiera se había despeinado.
Tyler: Edward... Lo siento mucho...
Pero Tyler no terminó de disculparse porque Edward levantó un dedo para callarlo.
Edward: No hay culpa sin sangre. ¿Cuál es el diagnóstico?
Yo: Estoy bien, pero no me dejan irme.
Me distraje momentáneamente cuando una persona entró por la puerta, haciendo que se golpeara contra la pared. Era un hombre alto, rubio y perfecto. El hijo perdido del dios Zeus. Llevaba bata de doctor, debía ser el Dr. Cullen, el padre adoptivo de Edward.
Dr. Cullen: ¿Cómo se encuentra, señorita Swan?
Los mismos ojos dorados (aunque llenos de compasión y tranquilidad), la misma piel pálida, la misma belleza sobrehumana...
Yo: Estoy bien.
Dr. Cullen: ¿No le duele la cabeza? Edward me dijo que se dio un buen golpe.
Si, por su culpa. Fulminé a Edward con la mirada.
Yo: Estoy bien. Solo quiero irme.
Él empezó a inspeccionar mi cabeza, buscando moretones o alguna hinchazón. Su piel era igual de gélida que la de Edward. Hice una mueca de dolor cuando apretó sobre el lado en que me había golpeado.
Dr. Cullen: ¿Le duele?
Yo: No mucho.
Dr. Cullen: Bien, su padre y su hermano están afuera, en la sala de espera. Puede irse a casa ahora pero debe volver si muestra mareos o algún otro malestar. En cuanto a usted, joven Tyler, temo que tendrá que quedarse aquí por más tiempo.

Me apresuré a salir de la habitación, mi hermano estaría preocupado sin duda. Como si lo huiera invocado, él apareció.

Rae: ¡Bella! ¿Estás bien?
Yo: Si, tranquilo. ¿Dónde está Charlie?
Rae: En la cafetería, creo que deberíamos prohibirle el café. Por cierto, usé el hechizo para borrar la memoria en los testigos que estuvieron más cerca al accidente, solo por si acaso alguien te hubiera visto hacer el hechizo.
Yo: Ah, gracias... Espera, ¿estabas ahí?
Rae: En las escaleras, lo vi desde la ventana. Creo que iré a decirle a Natasha que estás bien, ella también estaba preocupada por ti.
Yo: Ah, claro...

Natasha otra vez, esto era sospechoso. Iba a seguirlo cuando recordé que alguien me debía explicaciones. Esperé afuera de la habitación hasta que Edward salió.

Yo: ¿Puedo hablar contigo un momento?
Edward: ¿Qué quieres?
Así que otra vez la actitud ruda...
Yo: Me debes una explicación, ¿cómo llegaste hasta mi tan rápido?
Edward: Te salvé la vida, no te debo nada.
Yo: Estabas junto a tu auto cuando...
Edward: Bella, te golpeaste la cabeza muy fuerte. No sabes lo que dices, estás confundida.
Yo: No me pasa nada en la cabeza.
Edward: ¿Qué quieres de mi?
Yo: La verdad, quiero saber por qué miento por ti.
Edward: ¿Qué crees que pasó?
Yo: Tyler no te vio a mi lado, tu no estabas ahí, estabas junto a tu auto. Apareciste a mi lado y dejaste tus manos marcadas en una abolladura sobre la camioneta de él. Y saliste totalmente ileso.
Edward: ¿Crees que detuve la camioneta con las manos? Eso no es posible... E igual, nadie va a creerte.
Yo: No se lo iba a decir a nadie.
¿Era ese su miedo?
Edward: Por cierto, ¿qué fue eso que hiciste?
Oh, oh...
Yo: ¿Qué cosa?
Edward: Los polvos que salían de tu mano.
Yo: No se de qué me hablas.
Edward: ¡Ay, por favor! No te hagas la boba. Hasta congelaste más el piso.
Yo: Mira quien habla de hacerse el bobo.
Edward: Ese hielo lo creaste tu.
Yo: Eso es imposible, el pavimento ya estaba cubierto de hielo, ¿No lo notaste?
Edward:  No, no había tanto antes. Tu lo empeoraste.
Yo: Estás diciendo locuras.
Edward: Tu también.
Yo: ¿Así que no me dirás la verdad?
Edward: ¿Acaso tu me la estás diciendo?
Yo: Yo no te debo una explicación.
Edward: ¿No puedes solo darme las gracias?
Yo: Gracias.
Edward: No lo dejaras pasar, ¿cierto?
Yo: Por ningún motivo.
Edward: En ese caso, espero que disfrutes la decepción.

No volví a la escuela ese día, me fui a casa y estuve todo el día en la cama. Efectivamente Charlie había hecho un alboroto, pero después se había calmado un poco. Había terminado por quitarle su licencia a Tyler, supongo que es justo. Edward Cullen era un gran enigma para resolver. Solo sabía algunas cosas sobre él, como que sus ojos cambian de color, es demasiado rápido, tiene una fuerza sobrenatural, no come ni bebe nada en el almuerzo y su piel es muy pálida y helada. No existía una criatura así en el RM. No debía ser de allá. ¿Sabría Rae algo de esto? No estaba segura de si él había visto a Edward detener la camioneta. ¿Habría criaturas sobrenaturales en esta dimensión? Si es así... ¿Qué era él? Ahora más que nunca estaba dispuesta a descubrirlo. Porque algo era seguro: Edward Cullen no es humano.

Cap 4: El lado amable de Edward Cullen.

Al día siguiente en la escuela, Edward no apareció. Al día siguiente a ese, tampoco. No vino en oda la semana y la rutina me aburría. Solo las prácticas de combate con mi hermano me mantenían entretenida e impedían que hiciera algo con lo que después me arrepintiera. Rae me había reprendido porque había olvidado nuestro trato de no dejar nuestro entrenamiento a un lado. Por eso cada tarde, después de la escuela, íbamos al patio trasero de la casa de Charlie, que daba hacia el bosque, y nos poníamos a practicar. A veces era solo entrenamiento cuerpo a cuerpo, pero otras veces practicábamos con varas, espadas y lanzamientos de dagas. Incluso hubo una vez en que Rae me pidió ayuda con algunos hechizos, despedazamos gran parte de un árbol cerca de nosotros por culpa de eso.

Era lunes. Un día aburrido en una dimensión aburrida. Estábamos yendo hacia mi camioneta y Charlie hacia su patrulla de policía. Estaba distraída buscando mi cuaderno de dibujo en mi mochila.

Rae: ¿Por qué Bella tiene auto y yo no?
Aquí vamos otra vez...
Charlie: Porque Bella es responsable y conduce con cuidado. Tu eres irresponsable y conduces como un loco.
Yo: Te lo dije.
Rae: No conduzco como un loco.
Charlie: Lo siento hijo, pero es así. Tal vez llegue tarde, al guardia Mason lo mató un animal...
Yo: ¿Un animal? ¿Seguro?
Charlie: Ya no están en el RM, aquí las cosas son diferentes. Aquí las personas pueden morir por el ataque de un animal.
Rae: Suena a que son más delicados de lo que parecen.
Yo: O que no tienen cómo protegerse.
Charlie: Algunos no. Bueno, me voy.
Yo: Suerte en el trabajo.
Rae: Si, cuidado con los animales que pueden matarte.
Rae debería aprender a no molestar a Charlie con su naturaleza. Aunque debo admitir que a veces a mi también me molesta que se incluya dentro de los humanos. Un hechicero puede perder su magia, pero realmente nunca será humano.

Charlie se despidió con un gesto con la mano y se fue en la patrulla. Mi padre no es de hablar mucho, ha estado mucho tiempo solo y cualquiera habría notado que no se había recuperado de la separación de mi madre y él. Llegamos a la escuela más tarde de lo que pretendía. Rae se fue a su clase y yo a la mía. Era lenguaje, nada interesante. Solo más teorías de humanos. En el almuerzo me senté con Mike y Jessica. No tenía mucha hambre, solo quería algo de beber. Miré hacia la mesa de los Cullen, como había hecho la semana pasada, esperando ver a los cuatro hermanos de Edward sin él, pero mi sorpresa fue grande cuando lo vi sentado con ellos. Estaban riendo de algo, se les veía felices como no lo habían estado antes. Edward volteó a mirarme, o tal vez no a mi. No podía saber que estaba ahí, viéndolo. 

Jess: Edward Cullen te está mirando.
Gracias, no lo había notado.
Yo: No parece enojado ¿verdad?
Jess: No... ¿Debería estarlo?
Yo: Creo que no le agrado.
Jess: A los Cullen no les gusta nadie. Aunque tampoco se fijan mucho en alguien como para que les guste... Pero te sigue mirando.
Yo: Pues no lo mires. Tal vez así deje de mirar hacia acá.
No es que me molestara que Edward me mirara, me molestaba la forma en que lo hacía. Era como si quisiera abrir mi cabeza para sacar mi cerebro y admirarlo. Y Jessica hacía un buen trabajo disimulando su personalidad chismosa, celosa y entrometida con ese falso acento de amistad que había en cada una de sus palabras. Los humanos eran predecibles.

Entré a la clase de biología con Eric y Mike pisándome los talones. Edward no había llegado aún. Fui hacia nuestra mesa y me senté, saqué mi cuaderno de dibujo y comencé a garabatear. Mi intención era hacer unos cuantos diseños simples, tal vez con claro-oscuro, pero me encontré dibujando el RM, más específicamente la vista que hay desde la ventana de mi cuarto de allá. El cielo en el que se veían el Sol Norte y el Sol Este, ligeramente nublado, anteponiéndose a la pradera que se extendía de extremo a extremo con árboles de hojas moradas y flores negras. Claro que el color solo estaba en mi mente, porque para este momento solo podía dibujarlo con el lápiz.
Escuché la silla a mi lado moviéndose, pero no levanté la vista. Sabía que era Edward. El lápiz en mi mano se detuvo por un segundo y luego continué con los trazos ágiles sobre el papel. estaba inspirada y no iba a darle importancia a alguien que no me daba importancia a mi.

Edward: Hola
¿En serio iba a hablarme como si nada hubiera pasado?
Edward: Me llamo Edward Cullen. No tuve la oportunidad de presentarme la semana pasada. Tu debes ser Bella Swan.
Yo: Si... ¿Cómo sabes mi nombre?
Edward: Creo que todo el mundo sabe tu nombre. El pueblo entero los esperaba.
Si, de seguro aquí, en este monótono lugar, esa era una gran noticia. Pero él seguía sin entender mi pregunta.
Yo: No, me refería a que me llamaste Bella.
Edward: ¿Prefieres Isabella?
Yo: No, me gusta Bella. Pero creo que Charlie, es decir mi padre, me llama Isabella a mis espaldas, porque todos me llaman así.
Me pregunto si a Rae le sucedió lo mismo...
Edward: Oh...

El señor Banner tenía preparado un experimento para nosotros hoy. No lograba comprenderlo, aún no había entendido del todo estas materias de humanos. Pero estaba segura de que, si era en parejas, no podía escoger a alguien que no fuera mi impecable compañero de pupitre. No era tan ignorante al respecto, sabía como se llamaban los instrumentos del laboratorio y conocía varias cosas de este mundo. Había venido otras veces a casa de Charlie, peor había sido hace mucho tiempo. Aun así, no conocía la teoría de este tema de biología en específico.

Señor Banner: Pueden empezar.

Edward: Las damas primero, compañera.
Dijo acercándome el microscopio. Me permití mirarlo a la cara por un segundo, sus ojos eran dorados...
Edward: Puedo empezar yo, si lo deseas.
Yo: No, yo lo hago.
Es muy claro que no sé lo que debo hacer. Por lo que pude entender, debía ver por el microscopio e identificar la fase en la que estaba lo que había entre los vidrios de la muestra, que tampoco sé que eran. Miré al libro de biología abierto que había en la mesa entre nosotros, donde se mostraban todas las fases posibles y escogí una.
Yo: Profase.
Dije fingiendo seguridad.
Edward: ¿Te importa si miro?
Tampoco confía en mi...
Yo: Si, adelante.
Dije mientras le pasaba el microscopio, temerosa de haber adivinado mal. Al hacerlo nuestras manos se tocaron por unos segundos y pude sentir el frío que emanaba su piel. La aparté en seguida.
Edward: Lo siento...
Miró por el lente del microscopio, sin revisar el libro.
Edward: Es profase.
No tan mal. Soy la única vidente que no puede confiar en su don cuando lo necesita, pero puede adivinar las fases con verlas en un libro. Anotó el nombre en la hoja que debíamos entregar con la letra más bella y pulcra que había visto en mi vida. Cambió la diapositiva en el microscopio y volvió a mirar.
Edward: Anafase.
Yo: ¿Puedo mirar?
Era mejor actuar como que sabía lo que estaba haciendo. Me deslizó el microscopio y miré por el lente.
Yo: Si, Anafase. ¿Me pasas la tercera?
Sabía que no debía tentar mi suerte, pero debía intentarlo otra vez.
Yo: ¿Interfase?
Edward: Así parece.
Así hicimos todo el trabajo y terminamos antes de la hora. Había dejado que Edward anotara todo en la hoja porque no quería arruinarlo con mi horrible caligrafía. Hablábamos de palabra en palabra, sin mirarnos.
Edward: Era muy bonito el dibujo que estabas haciendo antes.
Yo: ¿Si? Gracias...
Había dado en el blanco. Si algo me gustaba era que halagaran mi trabajo.
Edward: ¿Qué paisaje era?
Yo: Eh, yo... Lo vi en televisión.
Me había agarrado con la guardia baja. Traté de disimular mi incomodidad, a los humanos no se les hacía difícil responder acerca de qué era lo que habían dibujado.
Edward: Pues no parecía nada que hubiera visto antes...
Yo: ¿Llevas puesto lentes de contacto?
Era mucho mejor para mi cambiar de tema. Además, prefería que él me diera explicaciones.
Edward: No.
Dijo sonriendo.
Yo: Oh... Es que tus ojos están distintos.

El señor Banner se acercó hacia nosotros, confirmando que habíamos terminado la tarea.

Señor Banner: Edward, ¿No crees que deberías dejar que Isabella también mirara por el microscopio?
Me sentí ofendida por un minuto.
Edward: Bella. En realidad, señor Banner, ella identificó tres de las diapositivas.
El profesor lo miró con incredulidad y luego se volteó hacia mi.
Señor Banner: ¿Has hecho antes esta practica de laboratorio?
Yo: No exactamente...
Señor Banner: ¿Tal vez con una escama de pescado blanco?
Yo: Si, eso precisamente.
No había persona en el mundo más nerviosa que yo.
Señor Banner: ¿Estabas en un curso avanzado en Phoenix?
Tardé en recordar que mi coartada era que había estudiado toda mi vida en Phoenix.
Yo: Si.
Esto pareció sorprenderlo. Si supiera que yo si soy buena alumna... Solo que no aquí.
Señor Banner: Bueno, supongo que es bueno que ambos sean compañeros... Así los otros chicos tienen la oportunidad de aprender algo por sus propios medios.

No le presté atención y continué con mi dibujo. Cuando llegara a casa le pondría color.

Edward: Es una lástima lo de la nieve ¿no?
¿El clima? ¿En serio?
Yo: En realidad no.
Había oído a un grupo de chicos muy desilusionados porque la pelea de nieve se había cancelado, la lluvia les había arruinado todo.
Edward: No te gusta el frío.
Yo: Tampoco la humedad.
Edward: Debe ser difícil para ti vivir en Forks.
Yo: No tienes idea.
En serio, no tenía idea de cuán acertadas eran sus palabras.
Edward: En ese caso ¿Por qué viniste aquí?
Yo: Es complicado.
En términos generales no tanto, pero en unos más amplios...
Edward: Creo que puedo seguirte.
Decidí contarle la verdad a medias. Lo miré a los ojos mientras respondía.
Yo: Mi madre se volvió a casar.
Edward: Ah, comprendo... ¿Cuándo sucedió?
Yo: El pasado septiembre.
Edward: Y él no te agrada.
Yo: La verdad no mucho... Pero no es por eso. Phil viaja mucho y deja sola a Reneé. No me gusta, pero creí que ella no se iba con él por mi hermano y yo, así que decidimos venir aquí.
Edward: ¿En qué trabaja?
Yo: Es jugador de beisbol profesional.
Edward: ¿Debería sonarme su nombre?
Yo: Lo dudo.
Tal vez porque él no es jugador, tiene patas de cabra y no vive en tu dimensión.
Edward: Y ahora tu eres desdichada.
Yo: ¿Y?
Reneé era feliz, eso era suficiente.
Edward: Eso no suena muy justo.
Yo: La vida no es justa. Esa es la gran historia de mi vida.
Casi toda.
Edward: ¿Y tu hermano?
Yo: También tomó esta decisión.
Aunque al principio tuve que convencerlo, pero ahora parece muy feliz con la idea. Miré hacia el frente y le puse mala cara a la pizarra. No me gustaba que supiera tanto de mi sin darme respuestas.
Edward: ¿Te molesto?
Yo: No, me molesto conmigo. Es fácil saber lo que pienso, soy un libro abierto.
Reneé siempre me lo decía, probablemente era por lo que este chico tan extraño no paraba de preguntar teoría tras teoría. Era fácil ver lo que me ocurría.
Edward: Para nada, me cuesta leer tu mente.
¿Leer mi mente? Si fuera humana eso me habría parecido algo retórico, pero no lo era ni lo soy. Había formas de leer la mente en donde yo vivía... Con magia. 
Yo: ¿Así que eres un buen lector de mentes?
Edward: Generalmente si.

Tal vez no era nada, tal vez solo estaba haciendo referencia a una metáfora o a la ciencia ficción. Nunca había pensado en los Cullen con relación a la magia. El señor Banner llamó la atención de la clase y así se acabó nuestra pequeña conversación. Al sonar la campana, Edward salió tan rápido del aula como la última vez, rompiendo así la barrera de cordialidad que había construido en toda esta hora. Fue muy raro. Era como si lo pusiera nervioso, cosa que no era posible, ¿o me ocultaba algo? Eso me hizo sospechar, pero las pistas no encajaban no importaba el esfuerzo que hiciera. Por ahora, Edward Cullen seguía siendo un misterio.

Cap 3: Humanos, pupitres y ojos negros.

Mi siguiente clase era biología. Los humanos tienen otra forma de estudiar los seres vivos de su dimension, además de intentar darle una explicación lógica a todo lo que les rodea. Seguramente, sería interesante intentar entender por qué este mundo es así, quizá así no lo odie tanto. En Chevistown, mi escuela de mi dimensión, vemos diferentes asignaturas relacionadas con el estudio y el entendimiento de nustro ambiente, de las criaturas que lo habitan y su esencia en general. Vemos nuestra versión de biología en muchas materias por varios años. Para nosotros, ese conocimiento nunca está completo.
Entré al aula de clases y le entregué al profesor Banner la hoja que decía que tenía que estar aquí.

Prof: Señorita Swan... Ah, si... Le di clases a su hermano en la hora anterior. Son gemelos ¿no?
Yo: Si, somos gemelos.
Prof: Interesante, apenas noto el parecido. Así que Isabella...
Yo: Bella, por favor.
Prof: Bueno Bella, siéntate por allá

Miré hacia donde señalaba el profesor, solo había un lugar vacío en el aula... Y era junto a Edward Cullen. Se sentaba en el último pupitre de la clase, caminé hacia allá intentando no mirarlo. Era extraño en verdad, antes me había mirado casi con odio y ahora me ignoraba por completo. Cuando pasé interponiéndome en el flujo de aire caliente que conducía a su dirección, se puso tenso. Intentó que no lo notara, pero era evidente. Parecía sufrir por algo que no lograba entender. Me paré en seco por un segundo, aunque pareció que había sido años. Cuando llegué al pupitre me senté y dejé mi bolso en el piso. Saqué mi cuaderno de dibujo en vez de el de biología, pero no me atreví a cambiarlo para no parecer nerviosa. Él arrimó su silla lo más lejos que pudo de mí. Sus ojos, color negro azabache, me miraban con una intensidad que no había presenciado antes. Parecía a punto de estallar por la forma en que su rostro estaba contorsionado y sus manos tan sujetas al pupitre que juraría que podía romperlo en mil pedazos.

No entendí nada de lo que el profesor dio en clases, pero mucho menos entendí a Edward Cullen. Casi dos horas pasaron en esa clase insoportable. Edward no cambió su posición tensa y no dejó de mirarme de la misma forma en toda la hora. Yo había creado una cortina con mi pelo, para sentirme menos incómoda. Solo lo miré una vez a través  de mis cabellos, pero fui inútil ya que no había habido ningún cambio. Sonó el timbre y no había movido un músculo para guardar mi cuaderno cuando Edward salió del aula lo más rápido que pudo. 
¿Qué le había hecho yo a este sujeto para que me tratara así? Ni siquiera le había hablado...

Se suponía que al finalizar las clases debía dirigirme a secretaría para entregar la hoja firmada por todos los profesores del día. Sabía que me llamarían la atención por las clases en las que había faltado a primera hora, por el retraso con Jacob y Billy. Realmente no me importaba si lo hacían, solo sería otro acontecimiento inevitablemente malo a este día ya de por sí malo. Al entrar en la oficina, vi a la señora Cope hablando con un estudiante. Me recliné en la pared a esperar a que terminara, cuando vi que era Edward intentando cambiarse de clase. Se lo pedía con voz aterciopelada y dulce. Parecía fingida, pero la señora Cope no parecía darse cuenta. ¿Tan mal le había caído que necesitaba tan desesperadamente no sentarse conmigo en una sola clase? Ni siquiera habíamos hablado...

Señora Cope: Lo siento, Edward. Las clases están llenas. Me temo que tendrás que quedarte en biología con el profesor Banner.
Edward me miró. Primero su rostro fue de confusión y luego pasó a la expresión difícil de descifrar que había visto antes en biología. Apretó las manos tan fuertes en el mostrador que sentí, otra vez, que podría romperlo en mil pedazos si quisiera. ¿Me odiaba a mi o a la madera?
Edward: Bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.
Dicho esto, giró y se lanzó fuera de la habitación sin mirar atrás.

.
.

Esa noche decidí hablar con mi madre. Los teléfonos estaban conectados mediante un hechizo especial, ya que ella estaba en mi dimensión de origen. Hablaba distraídamente con ella mientras hacía levitar el agua que había en mi vaso en mi mesilla de noche. 

Reneé: Si a Phil le va bien pronto iremos a Florida... Hija, ¿y Rae?
Yo: En su cuarto.
Había esperado a mi hermano en el estacionamiento de la escuela por 25 minutos. Tal como lo sospechaba, no le había costado hacer amigos. Al llegar a casa había subido corriendo las escaleras sin explicación alguna.
Reneé: ¿Y tu, hija? ¿Qué tal la escuela? ¿Y tus compañeros... se portan bien contigo?
Yo: Bueno, han sido muy amables.
Reneé: Oh oh... Dime qué pasó.
En ese momento dejé de concentrarme en el hechizo que estaba haciendo y el agua calló de golpe en el vaso. Lo sujeté para que no se cayera.
Yo: No es nada.
Reneé: ¿Eso fue... Agua?
Nada se le escapaba a mi madre.
Yo: Solo un poco de agua que estaba haciendo levitar.
Reneé: No lo habrás usado en la escuela ¿verdad? Me refiero a cualquier truco...
Yo: No son trucos, mamá. Son hechizos. ¨Truco¨ suena como a esos falsos magos humanos que dicen "abracadabra" y todo eso...
Reneé: ¿Isabella, lo has hecho o no?
Yo: No, mamá.
Solo para hacer que un chico se golpeara la cabeza con la puerta de su casillero. Dije para mi misma.
Reneé: Bien.
Yo: ¿Te puedo llamar mañana? Tengo mucha tarea.
Reneé: Si claro, hija. Mándale saludos a Rae de mi parte y dile que si no me llama mañana habrá consecuencias. Los quiero.
Yo: Claro. Y nosotros a ti.

Mi madre era tan alegre como mi hermano. No tenía ganas de hablar con nadie en estos momentos, pero aun así me sentí culpable por haberle colgado. En ese momento escuché que alguien tocaba a mi puerta.

Rae: ¿Puedo pasar?
Yo: ¿Ahora si me hablas? Hoy te has comportado muy extraño. Por cierto, Reneé dice que te matará sino la llamas mañana.
Rae: Lo sé. Se me olvidó hacerlo hoy.
Solo cuando dijo eso con ese tono cansado y se llevó las manos a la cabeza para masajearse las sienes me di cuenta de que había algo mal con él.
Yo: ¿Qué sucede? Creí que habías tenido un buen día hoy. La verdad me sorprendiste.
Rae: Si... Había sido bueno hasta que llegué y me puse a pensar en Chevistown y me dio nostalgia.
Yo: Ya somos dos.

No dijimos nada durante un rato. A veces mi hermano y yo hacíamos eso. No decíamos ni hacíamos nada por un breve periodo de tiempo. A veces solo necesitábamos estar con el otro, sin hacer nada más que eso. Después de lo que debieron haber sido 10 o 15 minutos, él volvió a hablar.

Rae: ¿Tu tuviste un buen día hoy? Te vi sentada con unos chicos en el almuerzo...
Yo: Si, son raros.
Rae: Igual que todos los humanos.
Dijo mientras me daba un codazo amistoso.
Yo: Si... Hablando de humanos, ¿Sabes algo de los Cullen?
Rae: Bueno, son más extraños que los humanos promedio. Lauren dice que siempre se llenan las bandejas pero nunca tocan la comida. Y todos tienen el mismo aspecto y el mismo color de ojos. ¿Sabes que todos son adoptados?
Yo: Si, eso me dijeron.
Rae: Los dos rubios son hermanos, Rosalie y Jasper Hale. Los Cullen los adoptaron hace como cinco años. Ahí conocieron a los que son sus parejas ahora, Emmett y Alice.
Yo: ¿Reuniste toda esa información hoy?
Rae: Soy curioso. Y los chicos querían contarme todos los chismes de la escuela.
Yo: ¿Y cuál es el chisme sobre los Cullen?
Rae: Ninguno, eso es lo inusual. Todos creen que son raros y nadie se les acerca nunca. Es como si les tuvieran miedo. Si supieran las cosas que nosotros hemos visto no le tendrían miedo a los Cullen.
Dijo mientras se echaba a reír.
Yo: ¿Y qué sabes sobre Edward Cullen?
Repentinamente, mi hermano dejo de reír y me miró levantando una ceja.
Rae: Es el más serio de todos. Casi nadie ha oído su voz. Solo habla con sus hermanos y parece que no se interesa en ninguna de las chicas del instituto. Nunca levanta la vista de su bandeja en el almuerzo... Pero hoy te vio a ti. Lauren no podía dejar de mencionarlo.
Yo: No veo porqué. Creo que me odia.
Rae: Tengo entendido que él odia a todo el mundo. No es personal. Pero mañana será otro día.
Yo: Otro día en la escuela de humanos.
Rae: Debes encontrarle el lado positivo, hermanita. Nos vemos mañana.
Dijo antes de besarme la frente como solía hacerlo cuando éramos niños. Algo le había pasado a Rae. Estaba... Diferente.
Yo: Hasta mañana, Rae.

Me concentré en intentar dormir, pero los acontecimientos del día de hoy me atormentaron durante más tiempo del que pensaba. La llegada aquí, toda la mudanza, la estúpida escuela de humanos, los humanos, los Cullen... Edward. Ya era muy tarde cuando logré conciliar el sueño. Soñé con pupitres hechos pedazos y ojos negros...

Cap 2: Mis nuevos amigos... Y otros.

Dejé a Jacob en donde me dijo y me dirigí hacia mi nueva escuela. Cuando llegué todos se nos quedaron viendo a mi hermanos y a mi. Probablemente habíamos perdido tiempo en la mañana y habíamos faltado a algunas clases, pero no era razón para que nos miraran así. Ni siquiera deberían saber quiénes somos... Aunque este pueblo es muy pequeño, probablemente se haya corrido el rumor. Un chico le hizo un cumplido a mi camioneta, pero detecté el sarcasmo en el aire. Ni siquiera en Forks era aceptable esa camioneta.

Rae se separó de mi apenas bajó del auto. Él se había negado a vernir aquí a vivir con Charlie cuando se lo propuse, pero ahora parecía muy entusiasmado por estar aquí. Tal vez solo era ese instinto sociable que no entendía, aunque yo sabía que a él le daba curiosidad los humanos.

No me tomó mucho tiempo averiguar donde era mi primera clase. De camino al salón me aburrí de ver a los humanos felices en su mentira personal e hice que a un chico se le abriera el casillero frente a su cara se golpeara contra el. Debí recordarme a mí misma que estaba ahí por voluntad propia. Me aburrían los humanos más de lo normal hoy, pero no era razón para dejar la magia al descubierto.

XY1: ¡Hola! Tu eres Isabella ¿No?
Yo: Solo Bella.
XY1: Soy Eric, los ojos y oídos de este lugar. Si necesitas algo: indicaciones, consejos, un compañero para el baile... Avísame.
Yo: Claro, como digas.
Eric: Yo dirijo el periódico escolar y saldrás en la primera plana.
Yo: ¿Qué? No, gracias. No me gusta llamar la atención.
Eric: Tranquila, si no quieres no hay reportaje. Aunque tengo la sospecha de que a tu hermano si le gustaría, lo vi muy animado hace un momento.
Yo: Si, Rae es siempre muy alegre.

Todo fue peor en clase de gimnasia. Nos pusieron a jugar volleyball y yo no sé jugar muy bien, además de que no se me dan los deportes de humanos en general. Golpeé a un chico con la pelota en uno de mis remates y fui hasta él...

Yo: Lo siento, les dije que no me dejaran jugar.
XY2: No, no te preocupes... Isabella ¿No?
Yo: Bella.
¿Todo el mundo me llamaría por mi nombre completo?
XY3: Soy Mike.

XX1: Remata muy bien ¿Verdad? ¡Hola! Soy Jessica.
Yo: Soy Bella
Jess: Eres de Arizona... ¿Verdad?
Yo: ¿Ah?... Oh, si.
Jess: ¿No se supone que la gente de Arizona está... bronceada?
Yo: Si... supongo que mi sangre albina no está permitida allá.
¨O tal vez sea mi sangre de hechicera la que no se permite aquí¨ dije para mis adentros.
Jess y mike echaron a reir.
Mike: ¡Qué graciosa!
Jess: Si... Nos vemos luego ¿Si?
Yo: Si.

No hace falta decir que no soy la persona más animosa en una conversación, pero estos humanos eran... raros. Muy alegres. ¿Acaso les gustaba estar atrapados en este pueblo verde alienígena, donde todo lo que debería ser de un color cálido estaba cubierto de verde? Plantas y musgo por doquier... ¿O acaso su felicidad se debía a un efecto secundario de la negación? Lo más probable es que estén acostumbrados, tal vez no conocían nada mejor.

En el almuerzo, Jessica estaba hablando con Eric en una de las mesas que había en el comedor. Llegué y Mike echó un poco la silla hacia atrás para que me sentara.

Eric: ¡Mike! ya conociste a mi amiga Bella...
Mike: ah, tu... "amiga" ¿no?
Eric: si, si mi "amiga".
¿Acaso no se dan cuenta de que estoy aquí?
En ese momento llega Tyler, amigo de Mike quien me lo presentó, y me besa en la mejilla.
Tyler: Mi chica.
Se llevó la silla en donde estaba sentado Mike y este se calló. Luego empezó a perseguir a Tyler por toda la cafetería... ¿Así sería siempre? ¿Sería la mascota de estos humanos? Esto parecía un circo.
XX2: ¡Sonríe!
Dijo antes de tomarme una foto.
XX2: Lo siento, necesito unas buenas fotos para el periódico escolar.
Eric: No habrá reportaje Ángela, ya no lo menciones.
Dijo mientras agarraba su bandeja, molesto, y se iba.
Ang: Está bien, escribiremos otro reportaje... En cuanto se me ocurra algo.
Yo: Podrías hablar sobre... Desordenes alimenticios o de los rellenos de los trajes de baño...
Ang: ¡Esa es una buena idea!
Sabía que temas de ese estilo serían importantes para los humanos.

Estaba revolviendo mi almuerzo con el tenedor cuando entraron unos chicos... Diferentes. Tenían la piel pálida, ojos de un bello color amarillo miel y estaban vestidos muy a la moda, se veían geniales.

Yo: ¿Quiénes son ellos?
Jess: Son los Cullen, hijos adoptivos del Dr. Cullen. Él y su esposa, junto con sus hijos, se mudaron de Alaska hace un año.

Primero entró una pareja. La chica era alta, esbelta y su cabello era de un brillante color rubio; y el chico era grande, fortachón y de corto cabello castaño.

Jess: Ella es Rosalie y el grandote de ahí es emmett, son pareja... Eso es muy extraño.
Ang: Jessica, ellos no son parientes.
Jess: Si, pero viven juntos... ¿Quién adopta a una pareja de adolescentes? Se convierten en hermanos, es casi un incesto.
Ang: Claro que no, no lo es en lo absoluto.
Jess: Igual es raro.

Hice caso omiso de su pequeña conversación. La chica de la siguiente pareja era pequeña, de cabello corto, castaño y rizado en las puntas y el chico era más alto, de cabello rubio rizado y corto y tenía una expresión rara en el rostro, como si estuviera sufriendo.

Jess: Ella es Alice y el chico rubio que parece estar sufriendo es Jasper.

Así que no era la única que lo había notado. Todos se movían con gracia y elegancia, como si fueran modelos, en especial esa chica llamada Alice, que parecía una bailarina o un pequeño pajarito.

Yo: ¿Y quién es él?

El último entró sin pareja. Un chico alto, guapo, de cabello castaño dorado (casi color cobre) que veía a todas las personas y se reía por alguna razón. Él era grácil, pero no como Alice, sino como un puma.

Jess: Él es Edward Cullen. Es guapísmo y está soltero, pero nadie parece ser suficiente para él... Lástima.
Ang: Si... Lástima.
Me quedé mirando la "mesa de los Cullen", quienes no comían nada aunque tuvieran llenas sus bandejas.
Jess: No pierdas tu tiempo con él.
Ang: Si, no te ofendas pero no creo que te haga caso. No le hace caso a ninguna.
Yo: No iba a hacerlo de todos modos.

¿Cuáles eran las probabilidades de que un chico como él se fijara en alguien como yo?... ¿Y por qué estaba pensando en eso? Era guapo, eso sin duda, pero si era así de solitario como parecía, y tan callado como decían... ¿No sería como un Charlie 2.0? Me reí ante la idea de que Edward Cullen pudiera parecerse a mi padre. Definitivamente era todo lo contrario. Más que eso, tenía un aire misterioso. Miró a mi dirección por un minuto, parecía que podía explotarme la cabeza si quería. ¿Cuál era su problema? No le había hecho nada, ¿Y ya me odiaba con solo verme? Por alguna razón no me molestaba del todo. Sentía que debía conocerlo. Quería conocerlo. Quería conocer cada uno de los secretos de Edward Cullen.

Cap 1: La Llegada.

-Narra Bella:


Es abril, no es el mejor mes para mudarme, pero tengo que hacerlo. Mi hermano y yo vamos a viajar de nuestra casa de verano en Phoenix a Forks. Mi mamá y su nuevo esposo Phil se irán a Jackosville. Pasaremos un tiempo con nuestro padre Charlie, el jefe de policía Swan. Él es un ermitaño así que será como si estuviéramos solos. No me molesta estar sola... Aunque la mayoría del tiempo no lo estoy. Mi hermano gemelo, Rae, y yo somos muy unidos. Él tiene una personalidad totalmente diferente a la mía: le gustan las montañas, es introvertido, sociable, sonriente, siempre se mete en problemas y generalmente soy yo la que debe solucionarlos. Somos gemelos, pero cualquiera adivinaría que yo soy la mayor.

Nos fuimos de Phoenix y llegamos a Forks. Charlie no es precisamente el mejor anfitrión, pero es entendible. Apenas llegué me fui directo a mi viejo cuarto y Rae al suyo, que no habían cambiado mucho desde que vinimos por última vez hace ocho años más o menos. Lo que me gusta de Charlie es que me da mi espacio. Puedo desempacar la poca ropa que traje en paz. La coloqué ordenada y cuidadosamente en el diminuto armario de mi habitación. Aquí necesito no destacar mucho, por lo que traje la ropa que Reneé compra para mi, es decir la que generalmente no me gusta. Así no me tomarán en cuenta. Rae hizo todo lo contrario: se trajo lo mejor de su armario para poder destacar. Él es así, siempre quiere llamar la atención, aún cuando no debe hacerlo.

Estaba sentada en la cama, mirando la triste y pobre decoración que Charlie había escogido, cuando oí el claxón de una camioneta. Me acerqué para ver por la ventana y vi a Charlie con compañía. Bajé a ver, junto con Rae que había tenido la misma idea. Ahí estaba Charlie con un chico como de mi edad y otro hombre en silla de ruedas que extrañamente se me hacía familiar.

Charlie: ¡Bella! ¿Te acuerdas de Billy Black?
Yo: Si... Hola ¿como está?
Billy: Muy bien, Bella. Hola Rae. Hace años que no te veía ni a ti ni a tu hermano. Chicos, debo decirles que su padre no ha cerrado la boca desde que supo que venían. Teníamos que venir a verlos.
Charlie: Ajá, te romperé los pies... Ven aquí.
Billy: ¡No antes de que yo te pise los tobillos!
Y así empezaron a perseguirse ¿No se supone que los ¨niños¨ aquí somos Rae y yo?
Jake: Hola, soy Jacob.
Yo: Hola Jake.
Rae: Hola Jacob
Jake: Antes solíamos hacer pasteles de lodo, cuando éramos niños.
Yo: Si, me acuerdo.
Rae: Si, no me olvido de que después de hacerlos te los comías.
Jake puso mala cara.
Yo: No seas grosero, Rae... ¿Siempre son así?
Jake: Cada vez que se ven, empeoran con la edad.
Rae estalló en risas. A veces disfrutaba burlándose de nuestra madre con respecto a su edad. Era de imaginar que haría lo mismo con Charlie.
Hablamos un rato más hasta que Charlie y Billy terminaron su jueguito infantil y se nos unieron otra vez.
Charlie: ¿Te gusta tu regalo de bienvenida?
Yo: ¿Qué cosa?
Charlie: Esto.
Dijo dándole unas palmaditas a una vieja Pickup que teníamos al lado y que hasta entonces yo creía que era suya.
Yo: ¿Esto? ¿Es en serio?
La camioneta tenía pinta de que si la hacía llegar a los cien kilómetros por hora se despedazaría parte por parte.
Charlie: Si, ¿Te gusta?
Yo: ¡Es fantástico! ¡Gracias!
Dije con el mejor tono fingido de emoción que pude lograr.
Jake: Arreglé el motor para tí.
Yo: Así que tiene problemas con el motor...
Jake: Cualquier cosa la puedes llevar a mi taller.
Yo: Seguro.

Jacob, Rae y yo nos montamos en la pickup, pero logré escuchar a Charlie y a Billy.

Billy: Te dije que le gustaría, yo se cual es la onda.
Charlie: Si, confío plenamente en tus instintos para autos de moda.
Oír a Charlie siendo sarcástico era muy poco usual.

Jake: Bien... Tienes que girar la palanca de cambio dos veces, fuera de eso todo funciona.
Yo: Está bien, ¿te llevo a la escuela?
Jake: Voy a la escuela en mi reservación.
Yo: Ah... Lástima, me hubiera gustado tener un amigo.
Rae: ¿Por qué Charlie te hace este regalo a ti y a mi no me da nada?
Yo: Tienes que admitir que soy un poco más responsable que tu, hermanito.
Rae puso mala cara.

Mi familia tiene un secreto que no cualquier familia aquí tiene... Tenemos magia. Rae y yo somos hechiceros. Nacimos en el Reino Mágico (Nota de autora: para abreviarlo lo pondré como RM en algunas ocasiones), que está en otra dimensión paralela a esta. Charlie fue un hechicero hace mucho tiempo, pero ahora es un humano. Nuestra madre, Reneé, también es humana, pero ella nació así. Ellos no nos dejan usar magia en esta dimensión, pero tengo la sensación de que será algo inevitable.

Prefacio: ¡Bienvenidos!

¡Hola! Esta es mi novela. La creé a partir de la Saga "Crepúsculo" y le cambié/agregué algunas cosas. Por ejemplo: Bella es una hechicera y tiene un hermano gemelo: Israel ("Rae" de cariño) que también es hechicero. 
Mi historia empieza igual que como empieza el libro, pero poco a poco se irán dando cuenta de las cosas en las que varía. Bella es la que narra esta historia pero ante cualquier cambio lo especificaré.
Hay otra dimensión, más acción, dragones y muchas más criaturas mitológicas y por supuesto el innegable e indestructible amor entre Edward y Bella.
¡Así que disfrútenlo! Espero que les guste.