Yo: la verdad es que nos sorprendió ver humo saliendo por la
chimenea de su casa, nos preguntábamos qué estaban haciendo
Henrietta nos miraba no con odio, pero tampoco con cariño.
Ella era la única de esa familia que me atrevería a decir que me caía bien. Su
largo cabello rubio perfecto se asemejaba mucho al de Rosalie, por un segundo
la extrañé.
Henrietta: eso no les incumbe hechiceros, por cierto les
presento a mi hermana Nabel y a su novio Nordak
Nabel era conocida por tener problemas psicológicos, nadie
sabía bien que era lo que tenia, algunos afirman que experimentaron con ella
pero yo no creo en rumores. Su cabello rojo rizado y corto estaba mal cortado y
sus ojos azules expresaban temor; el hombre a su lado, Nordak, la agarró de los
hombros y le sonrió. Esto pareció relajarla. Era un vampiro también, sin duda.
Alto, moreno con la mandíbula bien marcada y ojos verdes que no encajaban con
su cara. Sonrió, para dejar ver sus afilados colmillos.
Nordak: mucho gusto en conocerlos
Dijo con mucha elegancia.
Yo: mi nombre es Bella, ellos son Rae y Aria
Mi hermano y mi prima asintieron en modo de saludo, el
hombre, Nordak, les respondió de la misma forma.
Henrietta: bueno… en unas semanas tendrán noticias de
nosotros… un placer hablar con ustedes hechiceros
Y sin nada más se marcharon, ellos eran la única familia de
vampiros que hablaba con los hechiceros, pero eso no significa que les agrademos
y a decir verdad ellos tampoco nos agradan.
Rae: esto me da mala espina
Aria: a mi igual…
No podía ver nada sobre los Van Schafer… sin embargo podía
ver una visita mía al lago… ¿por qué? No había nada que hacer ahí… además ahí
estaban las sirenas y no quería estar cerca de esas desagradables criaturas.
Y entonces lo entendí.
Saqué el papel arrugado de mi bolsillo y lo desdoblé para
leerlo: uno de los ingredientes para la poción que yo creía que posiblemente
salvaría a Grintt estaba en ese lago. Maldición. Era una alga que crecía cerca
de la superficie, según mi visión no me costaría encontrarla.
Me despedí de Rae y Aria y emprendí mi camino al lago. Este
lago era el más grande de esta dimensión, y el más famoso, era el lago norte
porque el sol norte se localizaba justo encima de él. Llegué en unos minutos y
me dispuse a buscar la planta que había visto en mi visión, la localicé del
otro lado y gruñí para mis adentros al darme cuenta que tendría que rodearlo,
no me gustaba estar aquí, se sentían malas vibraciones.
Cuando estaba caminando pude ver por el rabillo del ojo una
edificación algo extraña. Tardé en darme cuenta de que era un castillo y mucho
más aún en darme cuenta de que no era un castillo normal. Me acerqué para
contemplarlo un poco más y confirmé mis sospechas: era coral. No era un
castillo hecho de coral, sino más bien un coral que había agarrado forma de
castillo. Pero había sido tallado en algunas zonas, se notaba por la perfecta
simetría.
Mujer: ¡hey! ¿Qué crees que haces?
Me sobresalté ante la inesperada voz proveniente de lo alto
del coral, era una mujer algo robusta que podía estar en sus 40 años, traía su
pelo castaño amarillento recogido en una coleta sobre su cabeza y vestía
harapos.
Mujer: te hice una pregunta
Yo: este… soy Bella, vengo a buscar una planta
Mujer: en mi casa no la vas a encontrar
Yo: ¿usted vive aquí?
Mujer: si, desde hace mucho tiempo
Yo: ¿quién es usted?
Mujer: mi nombre es Candace y vivo aquí con mis amigas las
sirenas
Yo: ¿qué?
La idea de que alguien podía convivir con las sirenas me
parecía descabellada
Candace: ¿estás mal de los oídos niña?
Yo: ¿es usted una sirena?
Candace: ¿qué pregunta tan ridícula es esa? Soy hechicera
igual que tu
Alzó su manga para que pudiera ver su marca del hechicero
reluciendo en su brazo izquierdo. Ahora sí que no entendía. Una hechicera amiga
de las sirenas…
Yo: bueno entonces creo que buscare mi planta y me iré
Candace: de acuerdo, mientras no intentes más nada… y cuidado
con las sirenas, no les gustan los invitados
“Eso ya lo sé” quise responderle, pero me di media
vuelta y seguí caminando. Cuando llegue a la planta, agarre un pedazo y lo
guarde en mi bolsillo. Me disponía a levantarme para irme pero un sonido atrajo
mi atención.
Al voltearme vi a por lo menos seis cabezas asomadas desde el
agua mirándome. Las sirenas con sus cantos de ángeles solo para los oídos
humanos me llamaron. Aquí yo era su presa, mi instinto fue huir pero su belleza
era lo que me cautivaba. Para un hechicero el canto de una sirena es
desagradable, pero su belleza nos deslumbra, sobre todo sus ojos capaces de
usar la hipnosis. Me di cuenta de que estaba avanzando aún agachada cuando mi
mano se resbaló y tocó el agua. Eran buenas depredadoras, una de ellas ya tenía
mi mano en la suya, su horrible mano llena de escamas y dedos palmeados. Me
miró a los ojos y me rendí ante su hipnotismo, me sentía cayendo en un profundo
vacio.
“ven” me decía ella “ven a jugar con nosotras”
“No, no, no…” me decía mi mente, mi instinto me
decía que estaba en peligro pero mi cuerpo no me obedecía. Poco a poco mi brazo
fue introduciéndose en el agua helada, me iba a ahogar aquí… me iban a ahogar
aquí y no podía hacer nada
Bella detente
¿Qué fue eso?
Detente por favor…
Reconocería esa voz en donde fuera… era la voz de Edward.
¿Estaba él aquí? No lo creo, era imposible no solo porque no podía llegar aquí
sino porque él no quería tener que ver nada conmigo.
La sirena captó mi tristeza al instante
“Tranquila, aquí nadie
te lastimará, estarás en paz… para siempre”
Eso sonaba muy bien… la voz de Edward volvió a hablar “Por favor Bella… hazlo por mí” esa voz
solo sonaba en mi cabeza, había grabado tan bien su voz en mi cerebro que
estaba imaginando cosas, Edward me hablaba como sabía que lo habría hecho en un
pasado si supiera que yo estaba en peligro… Y él no pudiera hacer nada. Quería
seguir oyéndolo, poco a poco fui metiendo mas de mi cuerpo al lago. Otra sirena
me agarro de mi otro brazo. Y esa fue mi perdición.
Me sumergieron por completo en el agua y me hundieron más y
más. Sus colas me golpeaban y raspaban hasta hacerme sangrar, saborearon con
gusto el sabor de mi sangre en el agua que entraba por sus branquias. Me
tomaron por los brazos y piernas y halaron de ellos, no tenían piedad estas
criaturas endemoniadas, querían desmembrarme viva.
“Bella…”
Escuché como me llamaba la voz de Edward en mi cabeza, su voz
sonaba a un sollozo lleno de tristeza. Quise decirle que no se preocupara, no
quería verlo sufrir.
“preocúpate por ti…
Bella… vive”
Eso fue lo último que escuché antes de que otra sirena
arremetiera con su cola contra mi cabeza, golpeándome tan fuerte que me dejó
inconsciente, sentí como los pulmones se me llenaban de agua y la lucha de mi
magia por combatir la muerte, no hice nada. Dejé que la corriente y el dolor me
llevaran lejos.
.
Sentí el agua subiendo por mi garganta y me hice a un lado
para poder escupirla, mis manos temblaban y mi visión estaba borrosa. Cuando terminé
de escupir el agua y vaciar mis pulmones alcé la vista. Ahí estaba Candace
sentada a pocos metros de mí, tenía la ropa y el pelo mojados y jadeaba
cansada.
Candace: ¿Estás bien, niña?
Yo: si, llámame Bella… ¿tú me sacaste del agua?
Candace: sí. Les pedí a las sirenas que te dejaran en paz
Yo: bueno… gracias
Candace: si, si… no hay de qué
Yo: ¿cómo es que te comunicas con ellas?
Candace: hemos estado juntas mucho tiempo
Yo: ¿por qué?
Candace: nos entendemos… no deberías estar haciéndome estas
preguntas… recoge tu planta y vete a tu casa
Parecía querer estar sola, así que me levanté sin siquiera
despedirme, agarré otro pedazo de la planta y me fui. Durante el camino estuve
pensando en qué decir cuando mi familia viera mi ropa mojada… ¿Qué estuve
nadando con ropa? No tenía lógica. “ah la sirenas me empujaron al lago y me
hubiera ahogado de no ser por una extraña que vive en un coral gigante y puede
hablar con ella” oh sí, eso era la verdad pero no tenía lógica tampoco.
Aunque no era del todo la verdad.
Es cierto que ellas me habían empujado, más bien dicho
arrastrado, pero yo quería que lo hicieran, quería oír la voz de Edward en mi
cabeza. No había sido mi imaginación, sino que mi cerebro había recordado el
sonido de su voz en el momento en que estuve en peligro. Entonces, ¿era eso lo
que necesitaba? ¿Estar en peligro? No era una tarea difícil.
Al final decidí que era mejor aparecerme en mi cuarto. A
Reneé no le gustaba que usara ese hechizo porque le incomodaba que apareciéramos
de la nada en todo momento, pero estando sola en mi cuarto cerrado no me diría nada.
Una vez ahí, guardé la planta que tantos problemas había causado
en un recipiente de vidrio, me cambié de ropa y zapatos y sequé mi cabello y mi
varita. Bajé las escaleras y Rae me estaba esperando.
Rae: ¿Dónde estabas? Tenemos que volver a casa de Charlie… No
te oí llegar
Yo: deberíamos irnos ahora, antes de que llegue Phil
A pesar de que ahora pasaba más tiempo en mi dimensión, no podía
ver a mi madre porque ella y Phil trabajaban. No sé cómo se le permite a una
criatura mitad cabra y a una humana trabajar juntos.
Cruzamos el portal y caminamos hasta casa de Charlie, estaba
a punto de quedarse dormido en el sofá, estaba viendo un juego de beisbol pero
a estas alturas solo pasaban las repeticiones. No me había dado cuenta de lo
tarde que era. Le puse una manta encima y Rae apagó el televisor, después cada
uno subió a sus respectivos cuartos. Agarré una vieja caja de zapatos y
deposité el envase de vidrio que contenía la planta del lago norte y la nota
con los ingredientes, la mayoría estaban en mi cuarto en la otra dimensión y
las demás dudo mucho que pueda conseguirlas allá, tendría que buscarlas aquí. Tal
vez era por eso que Aria no había podido encontrar una cura aún. Pétalos de
flores de Cayena, semillas de arce y savia de un manzano; eran plantas que solo
existían aquí. Además de esto necesitaba la sangre de Grintt, se la pediría a
Aria mañana, también debería hacerle una visita a Jacob, pero pensaría en eso mañana,
ahora debía dormir. Cerré la ventana, sabiendo ya que nadie entraría por ella a
medianoche a verme dormir, pero si lo haría en mis sueños.