Cap 3: Humanos, pupitres y ojos negros.

Mi siguiente clase era biología. Los humanos tienen otra forma de estudiar los seres vivos de su dimension, además de intentar darle una explicación lógica a todo lo que les rodea. Seguramente, sería interesante intentar entender por qué este mundo es así, quizá así no lo odie tanto. En Chevistown, mi escuela de mi dimensión, vemos diferentes asignaturas relacionadas con el estudio y el entendimiento de nustro ambiente, de las criaturas que lo habitan y su esencia en general. Vemos nuestra versión de biología en muchas materias por varios años. Para nosotros, ese conocimiento nunca está completo.
Entré al aula de clases y le entregué al profesor Banner la hoja que decía que tenía que estar aquí.

Prof: Señorita Swan... Ah, si... Le di clases a su hermano en la hora anterior. Son gemelos ¿no?
Yo: Si, somos gemelos.
Prof: Interesante, apenas noto el parecido. Así que Isabella...
Yo: Bella, por favor.
Prof: Bueno Bella, siéntate por allá

Miré hacia donde señalaba el profesor, solo había un lugar vacío en el aula... Y era junto a Edward Cullen. Se sentaba en el último pupitre de la clase, caminé hacia allá intentando no mirarlo. Era extraño en verdad, antes me había mirado casi con odio y ahora me ignoraba por completo. Cuando pasé interponiéndome en el flujo de aire caliente que conducía a su dirección, se puso tenso. Intentó que no lo notara, pero era evidente. Parecía sufrir por algo que no lograba entender. Me paré en seco por un segundo, aunque pareció que había sido años. Cuando llegué al pupitre me senté y dejé mi bolso en el piso. Saqué mi cuaderno de dibujo en vez de el de biología, pero no me atreví a cambiarlo para no parecer nerviosa. Él arrimó su silla lo más lejos que pudo de mí. Sus ojos, color negro azabache, me miraban con una intensidad que no había presenciado antes. Parecía a punto de estallar por la forma en que su rostro estaba contorsionado y sus manos tan sujetas al pupitre que juraría que podía romperlo en mil pedazos.

No entendí nada de lo que el profesor dio en clases, pero mucho menos entendí a Edward Cullen. Casi dos horas pasaron en esa clase insoportable. Edward no cambió su posición tensa y no dejó de mirarme de la misma forma en toda la hora. Yo había creado una cortina con mi pelo, para sentirme menos incómoda. Solo lo miré una vez a través  de mis cabellos, pero fui inútil ya que no había habido ningún cambio. Sonó el timbre y no había movido un músculo para guardar mi cuaderno cuando Edward salió del aula lo más rápido que pudo. 
¿Qué le había hecho yo a este sujeto para que me tratara así? Ni siquiera le había hablado...

Se suponía que al finalizar las clases debía dirigirme a secretaría para entregar la hoja firmada por todos los profesores del día. Sabía que me llamarían la atención por las clases en las que había faltado a primera hora, por el retraso con Jacob y Billy. Realmente no me importaba si lo hacían, solo sería otro acontecimiento inevitablemente malo a este día ya de por sí malo. Al entrar en la oficina, vi a la señora Cope hablando con un estudiante. Me recliné en la pared a esperar a que terminara, cuando vi que era Edward intentando cambiarse de clase. Se lo pedía con voz aterciopelada y dulce. Parecía fingida, pero la señora Cope no parecía darse cuenta. ¿Tan mal le había caído que necesitaba tan desesperadamente no sentarse conmigo en una sola clase? Ni siquiera habíamos hablado...

Señora Cope: Lo siento, Edward. Las clases están llenas. Me temo que tendrás que quedarte en biología con el profesor Banner.
Edward me miró. Primero su rostro fue de confusión y luego pasó a la expresión difícil de descifrar que había visto antes en biología. Apretó las manos tan fuertes en el mostrador que sentí, otra vez, que podría romperlo en mil pedazos si quisiera. ¿Me odiaba a mi o a la madera?
Edward: Bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.
Dicho esto, giró y se lanzó fuera de la habitación sin mirar atrás.

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Esa noche decidí hablar con mi madre. Los teléfonos estaban conectados mediante un hechizo especial, ya que ella estaba en mi dimensión de origen. Hablaba distraídamente con ella mientras hacía levitar el agua que había en mi vaso en mi mesilla de noche. 

Reneé: Si a Phil le va bien pronto iremos a Florida... Hija, ¿y Rae?
Yo: En su cuarto.
Había esperado a mi hermano en el estacionamiento de la escuela por 25 minutos. Tal como lo sospechaba, no le había costado hacer amigos. Al llegar a casa había subido corriendo las escaleras sin explicación alguna.
Reneé: ¿Y tu, hija? ¿Qué tal la escuela? ¿Y tus compañeros... se portan bien contigo?
Yo: Bueno, han sido muy amables.
Reneé: Oh oh... Dime qué pasó.
En ese momento dejé de concentrarme en el hechizo que estaba haciendo y el agua calló de golpe en el vaso. Lo sujeté para que no se cayera.
Yo: No es nada.
Reneé: ¿Eso fue... Agua?
Nada se le escapaba a mi madre.
Yo: Solo un poco de agua que estaba haciendo levitar.
Reneé: No lo habrás usado en la escuela ¿verdad? Me refiero a cualquier truco...
Yo: No son trucos, mamá. Son hechizos. ¨Truco¨ suena como a esos falsos magos humanos que dicen "abracadabra" y todo eso...
Reneé: ¿Isabella, lo has hecho o no?
Yo: No, mamá.
Solo para hacer que un chico se golpeara la cabeza con la puerta de su casillero. Dije para mi misma.
Reneé: Bien.
Yo: ¿Te puedo llamar mañana? Tengo mucha tarea.
Reneé: Si claro, hija. Mándale saludos a Rae de mi parte y dile que si no me llama mañana habrá consecuencias. Los quiero.
Yo: Claro. Y nosotros a ti.

Mi madre era tan alegre como mi hermano. No tenía ganas de hablar con nadie en estos momentos, pero aun así me sentí culpable por haberle colgado. En ese momento escuché que alguien tocaba a mi puerta.

Rae: ¿Puedo pasar?
Yo: ¿Ahora si me hablas? Hoy te has comportado muy extraño. Por cierto, Reneé dice que te matará sino la llamas mañana.
Rae: Lo sé. Se me olvidó hacerlo hoy.
Solo cuando dijo eso con ese tono cansado y se llevó las manos a la cabeza para masajearse las sienes me di cuenta de que había algo mal con él.
Yo: ¿Qué sucede? Creí que habías tenido un buen día hoy. La verdad me sorprendiste.
Rae: Si... Había sido bueno hasta que llegué y me puse a pensar en Chevistown y me dio nostalgia.
Yo: Ya somos dos.

No dijimos nada durante un rato. A veces mi hermano y yo hacíamos eso. No decíamos ni hacíamos nada por un breve periodo de tiempo. A veces solo necesitábamos estar con el otro, sin hacer nada más que eso. Después de lo que debieron haber sido 10 o 15 minutos, él volvió a hablar.

Rae: ¿Tu tuviste un buen día hoy? Te vi sentada con unos chicos en el almuerzo...
Yo: Si, son raros.
Rae: Igual que todos los humanos.
Dijo mientras me daba un codazo amistoso.
Yo: Si... Hablando de humanos, ¿Sabes algo de los Cullen?
Rae: Bueno, son más extraños que los humanos promedio. Lauren dice que siempre se llenan las bandejas pero nunca tocan la comida. Y todos tienen el mismo aspecto y el mismo color de ojos. ¿Sabes que todos son adoptados?
Yo: Si, eso me dijeron.
Rae: Los dos rubios son hermanos, Rosalie y Jasper Hale. Los Cullen los adoptaron hace como cinco años. Ahí conocieron a los que son sus parejas ahora, Emmett y Alice.
Yo: ¿Reuniste toda esa información hoy?
Rae: Soy curioso. Y los chicos querían contarme todos los chismes de la escuela.
Yo: ¿Y cuál es el chisme sobre los Cullen?
Rae: Ninguno, eso es lo inusual. Todos creen que son raros y nadie se les acerca nunca. Es como si les tuvieran miedo. Si supieran las cosas que nosotros hemos visto no le tendrían miedo a los Cullen.
Dijo mientras se echaba a reír.
Yo: ¿Y qué sabes sobre Edward Cullen?
Repentinamente, mi hermano dejo de reír y me miró levantando una ceja.
Rae: Es el más serio de todos. Casi nadie ha oído su voz. Solo habla con sus hermanos y parece que no se interesa en ninguna de las chicas del instituto. Nunca levanta la vista de su bandeja en el almuerzo... Pero hoy te vio a ti. Lauren no podía dejar de mencionarlo.
Yo: No veo porqué. Creo que me odia.
Rae: Tengo entendido que él odia a todo el mundo. No es personal. Pero mañana será otro día.
Yo: Otro día en la escuela de humanos.
Rae: Debes encontrarle el lado positivo, hermanita. Nos vemos mañana.
Dijo antes de besarme la frente como solía hacerlo cuando éramos niños. Algo le había pasado a Rae. Estaba... Diferente.
Yo: Hasta mañana, Rae.

Me concentré en intentar dormir, pero los acontecimientos del día de hoy me atormentaron durante más tiempo del que pensaba. La llegada aquí, toda la mudanza, la estúpida escuela de humanos, los humanos, los Cullen... Edward. Ya era muy tarde cuando logré conciliar el sueño. Soñé con pupitres hechos pedazos y ojos negros...

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